Indicaciones
de toracotomía de urgencia en trauma
Claudio Suárez C.
M.Uribe,
C.Carvajal, S.Cavallieri: Trauma, la primera hora. Editorial
Mediterráneo. 1995. Capítulo 34: 299-301.
La mayoría de las patologías traumáticas
torácicas se resuelven con medidas simples de manejo
de vía aérea, analgesia adecuada y drenajes
pleurales o pleurotomías. Se estima que sólo
el 10% de estos pacientes requiere una toracotomía,
y muchas de ellas serán electivas. Así, el universo
de enfermos a los que se dedica estas líneas es relativamente
pequeño, pero su sobreviva depende de su correcta identificación
y tratamiento. El número de estos pacientes que se
atiende en nuestro país va aumentando en forma notable,
de acuerdo al aumento de los accidentes de tránsito
y de la violencia social.
En general, es necesario contar con una radiografía
de tórax para apoyar el diagnóstico clínico,
y muchas veces se requerirá fibrobroncoscopía,
esofagoscopía, ecocardiografía o angiografía
de urgencia. En oportunidades sólo se contará
con el examen físico adecuado y la agudeza clínica
para sospechar el diagnóstico y determinar un tratamiento
adecuado.
Se considera que tienen indicación de toracotomía
de urgencia, durante la primera hora de atención, los
siguientes cuadros clínicos:
- Tamponamiento cardíaco.
- Paro cardíaco o agudo deterioro de las condiciones
generales en la sala de reanimación.
- Lesión vascular en el opérculo torácico
o apertura torácica superior.
- Toracotomía traumática (pérdida de
pared torácica en el traumatismo).
- Pérdida masiva de aire por el drenaje pleural (neumotórax
insaciable)
- Demostración radiológica o endoscópica
de lesión traqueobronquial.
- Demostración radiológica o endoscópica
de lesión esofágica.
- Evidencia radiológica de lesión de grandes
vasos intratorácicos.
- Hemotórax masivo.
- Lesión transfixiante del mediastino por arma blanca
o de fuego.
- Embolia de proyectil al corazón o la arteria pulmonar.
Todas
estas indicaciones pueden considerarse válidas para
el trauma cerrado o penetrante. Intentaremos ahora aclarar
o justificar estas indicaciones de manera bastante general.
El taponamiento cardíaco agudo es una patología
severísima que se presenta cuando hay sangre atrapada
en el saco pericárdico, que no se distiende, comprimiendo
al corazón e impidiendo un llenado normal de cavidades
y produciendo secundariamente hipoperfusión sistémica.
Se puede encontrar en heridas penetrantes por arma blanca,
que han producido sólo una pequeña lesión
lineal de pericardio, asociada a una herida cardíaca
penetrante, de modo que la sangre que sale desde el interior
de las cavidades cardíacas queda atrapada en el saco
pericárdico. Si estos pacientes presentan una gran
lesión pericárdica, nada contiene la hemorragia,
produciéndose un hemotórax exanguinizante. También
se encuentra en traumatismos cerrados con perforación
de cavidades cardíacas o grandes vasos intrapericárdicos,
sin lesión de pericardio.
El tratamiento será la punción pericárdica
para descomprimir el corazón, para lo que basta generalmente
la extracción de unos 30 a 50 ml. Y a continuación
la toracotomía anterior por el cuarto o quinto espacio
intercostal para abordar el saco pericárdico, que debe
abrirse longitudinalmente para no lesionar el nervio frénico,
identificar la lesión cardíaca y suturarla con
puntos separados de prolene u otro material irreabsorbible
de escasa reacción inflamatoria.
El paro cardíaco o deterioro agudo cardiovascular en
el box de urgencia o sala de resucitación en un paciente
traumatizado obliga a lo que se conoce como toracotomía
de resucitación, cuyo objetivo es efectuar un masaje
cardíaco directo adecuado, clampear la aorta para restringir
a lo indispensable los territorios a prefundir con el escaso
volumen intravascular del paciente, e intentar controlar la
causa del desastre, que puede ser una lesión cardiovascular
torácica, lesión pulmonar, etc., o bien encontrarse
en otro segmento corporal como el abdomen.
Las lesiones vasculares del opérculo torácico
involucran a las arterias carótidas y subclavias y
a las venas yugulares y subclavias; pueden ser secundarias
a lesiones por arma blanca o de fuego o a traumatismos cerrados
de gran energía con destrucción de los huesos
de la región. La toracotomía recomendada de
preferencia para estas lesiones es la “de libro”,
que levanta un segmento anterior de la pared torácica
y expone adecuadamente los vasos de la región.
La toracotomía traumática o pérdida de
una parte de la pared torácica, origina un neumotórax
abierto, traumatopnea (entrada y salida de pulmón por
la herida con cada respiración) y bamboleo mediastínico.
Produce rápido deterioro e incluso colapso cardiorrespiratorio.
El tratamiento es urgente: cerrar la brecha con un apósito
estéril envaselinado inicialmente, efectuar una intubación
endotraqueal y llevar al paciente a pabellón para la
reparación quirúrgica a la brevedad. En lo posible
se recomienda reparar sin usar prótesis por el riesgo
elevado de contaminación.
La pérdida masiva de aire por el drenaje pleural, también
llamado neumotórax insaciable, es un indicador de lesión
traqueobronquial o severo daño parenquimatoso pulmonar
que requiere una reparación urgente, pues lleva a la
insuficiencia respiratoria y agotamiento del paciente en pocos
instantes e imposibilita una adecuada ventilación mecánica
o con Ambú. Se recomienda la toracotomia posterolateral
como acceso y la sutura de las lesiones con material reabsorbible
sintético. La demostración radiológica
o endoscópica de las lesiones traqueobronquiales es
el ideal para un adecuado tratamiento. Las lesiones de la
tráquea cervical se reparan por cervicotomía
amplia, y las de la porción torácica por toracotomía
derecha o esternotomía.
Las lesiones esofágicas, demostradas por radiología
o endoscopia, requieren tratamiento precoz para evitar la
temida mediastinitis. Tienen elevada mortalidad. El acceso
quirúrgico del esófago es muy cómodo
por una toracotomía posterolateral derecha, salvo para
el segmento distal en que se prefiere la toracotomía
izquierda.
La lesión de grandes vasos intratorácicos debe
sospecharse ante traumatismos penetrantes precordiales altos,
desaceleraciones bruscas, traumas de gran energía,
fractura de primera o segunda costilla, ensanchamiento mediastínico,
borramiento del botón aórtico y ventana aortopulmonar,
casquete pleural apical izquierdo, hemotórax izquierdo,
etc. Ante la sospecha, es indispensable la arteriografía
y una vez establecido el diagnóstico de certeza se
debe operar de inmediato, pues con frecuencia se produce la
ruptura en dos tiempos de la pared vascular y el paciente
fallece antes de instaurar el tratamiento.
La lesión transfixiante de mediastino por arma blanca
o de fuego implica compromiso de estructuras vasculares, corazón,
esófago, tráquea y otros órganos que
requieren reparación quirúrgica, por lo que
se recomienda explorarlo siempre, idealmente con arteriografía,
endoscopia respiratoria y digestiva y ecocardiografía
previas.
El hemotórax masivo, que compromete la hemodinamia
del paciente, que al ser drenado evacua más de 1000
a 1500 ml de una vez o que mantiene un débito horario
de 200 ml por hora por más de 5 horas, debe ser sometido
a toracotomía posterolateral para una adecuada hemostasia.
La embolia de proyectil a corazón o a arteria pulmonar
implica un enorme riesgo de colapso cardiovascular y muerte.
Debe operarse idealmente por esternotomía y con bomba
de circulación extracorpórea.
Existen otras indicaciones de toraxotomía de urgencia
que están en discusión y que preferimos no incluir
justificándonos en los fines docentes y en los objetivos
de este libro. En todo caso, éstas que presentamos
son las más importantes y en las que, en general, hay
consenso en la literatura.
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